Traducción de A. Marcoff.
Editorial Planeta. Colección Maestros rusos.
173 páginas
Editorial Planeta. Colección Maestros rusos.
173 páginas
Cuando en 1927 Arbatoff publicó esta novela se encontraba en el exilio, en Berlín. Los acontecimientos políticos sucedidos en Rusia en los primeros decenios del siglo pasado rigieron su vida, como la de tantos otros, ya que se vio abocado a marcharse de su patria. El hecho de ser ex-estudiante, hijo de un industrial y caballero de la orden de Georgi -condecoración recibida en la primera guerra mundial por sus méritos en el ejército imperial ruso- eran circunstancias suficientes para sentirse en peligro. Así que huyó con su mujer y su única hija primero a Varsovia, luego a Berlín, donde escribió su tercer libro, esta novela, que es una profunda crítica al nuevo estado de cosas en Rusia, donde se funde una narración clásica de historia de amor que obedece al prototipo de las novelas del siglo XIX con la denuncia de una situación ocurrida en el siglo XX: la guerra civil y el advenimiento del comunismo, mostrado desde la visión que los nobles y burgueses tienen de esas hordas de trabajadores desharrapados que invaden sus trabajos, destrozan sus mobiliario y andan por aldeas y ciudades armados, triunfantes y descarados, haciéndose con el poder hasta en los más ínfimos detalles de la vida cotidiana. Especial atención se presta a la ausencia de justicia en aquellos años ya que, transferida del Estado mayor a los soviets, unos y otros se encargaban de ajusticiar y fusilar a los detenidos, desapareciendo estos en la bruma de un caos que hacía impune cualquier tipo de injusticia.
Así que, como tantos autores que se exiliaron a Berlín, Praga o París, con los ojos vueltos hacia Rusia, Arbatoff centraba su temática en aquello que sucede en el país que le vio nacer, dejando entrever la melancolía, la rabia, el anhelo de volver algún día y, quizá, el temor de no poder hacerlo nunca, como pasó con muchos, entre ellos Iván Bunin y Aleksandr Kuprin.
Tania Vetrova es una despreocupada adolescente cuando empieza la narración, vive en una pequeña ciudad de provincias en el seno de una familia acomodada, se divierte patinando en el río cuando se hiela en invierno y está siempre rodeada de amigas y admiradores. La guerra sucede muy lejos de su vida habitual, no le afecta ni es motivo de preocupación para sus padres. Su madre, Nadia, es una mujer eternamente enferma que vive quejándose de sus dolencias y rodeada de medicamentos, y su padre, Pavel, se ocupa de gestionar las tierras de la familia y, en sus ratos de ocio, se reune con sus amigos en el Círculo de la Nobleza.
Pero es evidente que algo está cambiando: la caída de los zares y el profundo cambio social que afecta al país en torno a 1917 termina afectando a Tania y a su familia. Aunque es la vida privada de la chica la que sufre un cambio más profundo cuando un día conoce a un suboficial del regimiento de húsares, Vladimir Smirnov, que está de paso en la ciudad. Apenas intercambian unas palabras y luego Tania vuelve a su casa y el soldado se marcha a la estación, pero la separación y la correspondencia que sigue al encuentro magnifica e impulsa un amor ideal que se convierte en el centro de su existencia, al menos para Tania. Se escriben durante un tiempo, luego él resulta herido y le envían a San Petersburgo donde ya empieza a notarse el poder de los soviets, y se encuentra sólo y perseguido por haber luchado en el ejército de los zares. Tania va a la por entonces capital para reunirse con él, escapa de casa y sin avisar a nadie toma el tren a Moscú y de allí a San Petersburgo. Por casualidad coincide en el viaje con Alexei Shelkov, director del Instituto para chicos de su ciudad, que siente una gran atracción hacia ella, una emoción que ya experimentaba cuando la veía junto con sus amigas en el Instituto.
Este triángulo amoroso es el centro de la acción principal, que luego se ve completada con otras pequeñas historias y, como el punto de vista de la narración va rotando de unos personajes a otros, nos hacemos una idea más exacta de lo que está ocurriendo, además del verismo que le da este recurso a la obra en su conjunto.
En la novela queda muy bien reflejada la evolución de Tania, una mujer bella y joven presa de un amor platónico que se ve envuelta y desbordada por las circunstancias. Comienza siendo una adolescente mimada y, poco a poco, a base de tomar decisiones y afrontar reveses va madurando y siendo más consciente de su papel de mujer y del momento que le ha tocado vivir. El argumento tiene momentos muy intensos que muestran esta evolución, sin embargo flojea en algunas partes en las que la historia va perdiendo fuerza y protagonismo, sobre todo hacia el final, que además se resuelve de manera abrupta e inesperada para sorpresa del que lo lee.
Puede ser que Arbatoff haya tenido prisa por acabar el relato, una vez hecha su denuncia, que es la finalidad principal de la novela, quizá el hecho de que la historia personal de Tania, Shelkov y Smirnov se difumine obedece a otra razón: que el autor quisiera reflejar esa época caótica donde lo que sucedía en la vida pública cobraba tal protagonismo que las historias individuales quedaban fundidas en el destino colectivo y perdían su importancia, de modo que cualquier situación personal quedaba truncada y sometida a la situación social. Una forma totalmente desesperanzadora de contar que la revolución bolchevique acaba con todo y que, además, no existe vuelta atrás.
Sea como sea merece la pena leer esta novela, Arbatoff está a la altura de los grandes maestros rusos, no es casualidad que él fuese el organizador y uno de los autores integrantes de la Colección que Planeta publicó en 1961 y que pretendía divulgar en España la mejor literatura rusa. Este autor es digno merecedor de figurar en esa estupenda colección.
Tania Vetrova es una despreocupada adolescente cuando empieza la narración, vive en una pequeña ciudad de provincias en el seno de una familia acomodada, se divierte patinando en el río cuando se hiela en invierno y está siempre rodeada de amigas y admiradores. La guerra sucede muy lejos de su vida habitual, no le afecta ni es motivo de preocupación para sus padres. Su madre, Nadia, es una mujer eternamente enferma que vive quejándose de sus dolencias y rodeada de medicamentos, y su padre, Pavel, se ocupa de gestionar las tierras de la familia y, en sus ratos de ocio, se reune con sus amigos en el Círculo de la Nobleza.
Pero es evidente que algo está cambiando: la caída de los zares y el profundo cambio social que afecta al país en torno a 1917 termina afectando a Tania y a su familia. Aunque es la vida privada de la chica la que sufre un cambio más profundo cuando un día conoce a un suboficial del regimiento de húsares, Vladimir Smirnov, que está de paso en la ciudad. Apenas intercambian unas palabras y luego Tania vuelve a su casa y el soldado se marcha a la estación, pero la separación y la correspondencia que sigue al encuentro magnifica e impulsa un amor ideal que se convierte en el centro de su existencia, al menos para Tania. Se escriben durante un tiempo, luego él resulta herido y le envían a San Petersburgo donde ya empieza a notarse el poder de los soviets, y se encuentra sólo y perseguido por haber luchado en el ejército de los zares. Tania va a la por entonces capital para reunirse con él, escapa de casa y sin avisar a nadie toma el tren a Moscú y de allí a San Petersburgo. Por casualidad coincide en el viaje con Alexei Shelkov, director del Instituto para chicos de su ciudad, que siente una gran atracción hacia ella, una emoción que ya experimentaba cuando la veía junto con sus amigas en el Instituto.
Este triángulo amoroso es el centro de la acción principal, que luego se ve completada con otras pequeñas historias y, como el punto de vista de la narración va rotando de unos personajes a otros, nos hacemos una idea más exacta de lo que está ocurriendo, además del verismo que le da este recurso a la obra en su conjunto.
En la novela queda muy bien reflejada la evolución de Tania, una mujer bella y joven presa de un amor platónico que se ve envuelta y desbordada por las circunstancias. Comienza siendo una adolescente mimada y, poco a poco, a base de tomar decisiones y afrontar reveses va madurando y siendo más consciente de su papel de mujer y del momento que le ha tocado vivir. El argumento tiene momentos muy intensos que muestran esta evolución, sin embargo flojea en algunas partes en las que la historia va perdiendo fuerza y protagonismo, sobre todo hacia el final, que además se resuelve de manera abrupta e inesperada para sorpresa del que lo lee.
Puede ser que Arbatoff haya tenido prisa por acabar el relato, una vez hecha su denuncia, que es la finalidad principal de la novela, quizá el hecho de que la historia personal de Tania, Shelkov y Smirnov se difumine obedece a otra razón: que el autor quisiera reflejar esa época caótica donde lo que sucedía en la vida pública cobraba tal protagonismo que las historias individuales quedaban fundidas en el destino colectivo y perdían su importancia, de modo que cualquier situación personal quedaba truncada y sometida a la situación social. Una forma totalmente desesperanzadora de contar que la revolución bolchevique acaba con todo y que, además, no existe vuelta atrás.
Sea como sea merece la pena leer esta novela, Arbatoff está a la altura de los grandes maestros rusos, no es casualidad que él fuese el organizador y uno de los autores integrantes de la Colección que Planeta publicó en 1961 y que pretendía divulgar en España la mejor literatura rusa. Este autor es digno merecedor de figurar en esa estupenda colección.
“En cuanto los obreros ocuparon el local, se pusieron a cambiar de sitio los muebles, se los llevaron no se sabe dónde, robaron los libros, destruyeron la biblioteca, estropearon el piano de cola y se llevaron todas las bombillas eléctricas; en el bar del Círculo ya no había vajilla; los nuevos dueños emplearon como leña los bastidores del teatro de verano del Círculo; el telón de terciopelo desapareció y pronto le vieron bajo el aspecto de unos pantalones y trincheras llevadas por los dirigentes de las peñas obreras.”
¡Qué curiosidad me has despertado, y qué ganas de leer esta novela,que tengo en casa desde siempre en esa misma colección de Maestros Rusos! He leído a muchos de ellos, pero éste aún estaba esperando su turno, y creo que le acaba de llegar. Gracias, Lola.
ResponderEliminar¿Tienes la colección?!! XD XD XD
ResponderEliminarAy, qué suerte, yo tengo el Volumen V, de momento... Ha sido un descubrimiento que hice en la feria del libro Antiguo, antes ni sabía que existían estas joyas.
Ya hablaremos cuando leas Tania Vetrova, me encantará saber tu opinión. Un abrazo.
Síííí, tengo la colección. La compraron mis padres en su momento, y en casa sigue. He leído muchos de los volúmenes, pero otros no... así que nos queda bastante por compartir. ¡Gracias y otro abrazo!
ResponderEliminarEs impresionante tu capacidad para descubrir grandes obras, esa visita a la feria del Libro Antiguo sin duda ha sido muy enriquecedora.
ResponderEliminarMe encanta lo que cuentas acerca de esta novela y, sobre todo, la interpretación final que haces acerca de las individualidades anuladas, cosa que no resulta nada rara...
Andrómeda: ¡¡¡Los rusos son geniales!!!
ResponderEliminarLos quiero.
Lola: Coincido contigo en el valor que le das a Sergei Arbatoff y, en particular a su novela Tania Vetrova. Este relato hace un gran aporte histórico, por el ambiente que refleja: la vida de una familia acomodada antes y después de la Revolución; el viaje en tren, ida y regreso a San Petersburgo, con su profesor, enamorado y ocasional protector; el ambiente en las calles de la Capital; la violenta transición del poder político y la administración del país; etc.
ResponderEliminarEl estilo de Arbatoff es ameno y fácil de seguir, como ocurre con la mayoría de los autores rusos. El desenlace, si parece abrupto, tal vez es porque el autor lo quiso así. Puede ser que intencionalmente lo haya construido de esa forma para reforzar la idea de que fue un final terriblemente abrupto e inesperado para Tania como para los otros dos personajes que la acompañan al final de su vida. Te felicito por el excelente resumen que has hecho de esta muy buena obra.
En ese mismo tomo en que han encontrado ustedes esta novela, aparece “El Sobre” del mismo autor que, a mi juicio, reune idénticas caracteríasticas que Tania Vetrova. Es una novela más larga pero fácil de leer. Se las recomiendo.
Hunardo.
Hunardo, muchas gracias.
ResponderEliminarMe alegra saber de más gente a la que haya gustado esta novela y después de lo que comentas de "El sobre" más ganas me dan de ponerme a leerlo en seguida. XD
Hay una cosa que me gustaría saber, y no se si será posible, es la ciudad, ¿de qué ciudad era Tania Vetrova? Estuve buscando por internet según las pocas pistas que da el libro pero no encontré nada concreto.
Tal vez sea sólo una ciudad ficticia pero son curiosidades que tengo.
Un abrazo.