domingo, 24 de mayo de 2009

Trópico de Cáncer, de Henry Miller

Título original: Tropic of Cancer
Traductor: Carlos Manzano
Colección Clásicos del siglo XX

¿Por qué Miller llama a este libro Trópico de Cáncer? Tal vez sea un nombre escogido al azar o puede que para él fuera simbólico, pero yo apenas he encontrado referencias en su lectura para saberlo. Hay un momento en que dice:
Tienes que estar en un país extraño como Francia, caminando por el meridiano que separa los hemisferios de la vida y la muerte, para saber qué incalculables perspectivas se abren ante ti.Y tampoco es que esto aclare mucho. Sin embargo años más tarde repitió con Trópico de Capricornio. Lo evidente es que desde su primer libro, que es este, Miller ya sabía qué quería transmitir y cómo hacerlo, y lo hace con todas las trazas de un escritor experimentado. Las reflexiones que encontramos sobre la escritura y los escritores demuestran que había reflexionado mucho al respecto.

Miller llega procedente de Estados unidos al París de los años 30, como tantos otros artistas, a comenzar su carrera como escritor. Su mujer, Mona, le envía dinero desde Nueva York pero no es suficiente para sobrevivir y tiene que buscar trabajo de lo que sea: asistente personal, corrector en un periódico, profesor de inglés... y si no hay trabajo recurrir a amigos y conocidos a quien sonsacar una invitación a comer o pedir unos sous. Tales eran las privaciones por las que pasó. No fueron, ni para él ni para muchos otros, unos comienzos fáciles.
Pero también había diversión, anécdotas con los amigos, con las mujeres, un mundo estrafalario de extranjeros en París, todos desarraigados, buscando su lugar con desesperación, con un futuro incierto por delante en una ciudad que quizá no era lo que esperaban.
Y en esto consiste este libro, en gran medida autobiográfico, en hablar sobre esas personas que conoció, los buenos y malos momentos, las anécdotas, las reflexiones sobre el mundo, sobre París, la literatura, la Sociedad... variedad de temas que mirados por un prisma mordaz revelan la idiosincrasia del autor, lo que piensa de cada cosa de la que habla, ya sea París ( París es como una puta. Desde lejos parece cautivadora, no puedes esperar hasta tenerla en los brazos y cinco minutos después te sientes vacío, asqueado de ti mismo. Te sientes burlado.), Estados Unidos (América es la encarnación misma de la fatalidad. Va a arrastrar al mundo entero hasta el abismo sin fondo.), la literatura (Hasta ahora, mi idea, al colaborar conmigo mismo, ha sido abandonar el patrón oro de la literatura. En pocas palabras, mi idea ha sido presentar una resurrección de las emociones, describir la conducta de un ser humano en la estratosfera de las ideas, es decir, presa del delirio.) o la Iglesia (Sabía que existía una cosa así, pero también sabes que hay mataderos, depósitos de cadáveres y salas de disección. Instintivamente evitas semejantes lugares.)

En un universo masculino de putas, juergas, borracheras y enfermedades venéreas que es el de Miller, nos muestra todo desde una óptica nihilista y algo misógina, donde las mujeres son tratadas con la misma acidez que el resto de temas pero no se les dan más concesiones que la de ser unos seres bastante desquiciados a los que usar para echar un polvo y luego olvidarse, mientras los personajes masculinos, también bastante desquiciados, parecen tener más crédito a sus ojos, al menos se acerca a ellos más dispuesto a empatizar, tal vez porque se parecen bastante a él mismo.
Pero eso es Miller, lo que piensa sin tapujos y por su sinceridad, que a veces puede ser deseo de provocación, se hace el relato interesante.
Su lenguaje es crudo, iconoclasta, agresivo, y es esta una de las razones por las que causó tal conmoción en la puritana sociedad de su época (esta novela estuvo censurada en su país hasta la década de los 60). El modo en que aborda las relaciones sexuales, aunque muy controvertido, tuvo el benéfico efecto de romper tabues y permitir que, a partir de entonces, otros autores se permitieran tocar el tema de una manera más libre. En este y en otros sentidos Miller fue un pionero y arrastró tras su estela a lo que se llamó la generación beat además de ser una pieza clave del postmodernismo.
Dentro de su discurso hay un cambio de tono entre la narración de las anécdotas, con una prosa sencilla y fluida, y la reflexión, con un lenguaje metafórico, complicado, erudito y, ciertamente, brillante donde escribe un monólogo interior basándose en la técnica de flujo de conciencia tan en boga en esos años.

Una galería de personajes pueblan esta memoria, la mayoría muy fugaces, desaparecen del mismo modo que desaparecieron de la vida del autor. Sólo algunos permanecen a lo largo del libro, los que se pueden llamar sus mejores amigos: Carl y Fillmore. Y Mona, trasunto de su mujer June Mansfield, que posteriormente volvió a aparecer en su trilogía llamada La crucifixión rosada.

No hay que dejar de conocer a Miller: sorprende, molesta, gusta, cautiva, en cualquier caso algo mueve en la conciencia de cada lector con su búsqueda de lo auténtico.
Su prosa es un grito, un aullido, una verdad que le duele en la conciencia y necesita decir al mundo:
Puede que estemos condenados, que no haya esperanza para nosotros, para ninguno de nosotros, pero, si es así, ¡lancemos un último alarido agónico, espeluznante, un chillido de desafío, un grito de guerra! ¡Al diablo las lamentaciones! ¡Al diablo las elegías y las endechas! ¡Al diablo las biografías y las historias, las bibliotecas y los museos! Que los muertos se coman a los muertos. Bailemos los vivos en el borde del cráter, bailemos una última danza agónica. Pero, ¡una danza auténtica!

3 comentarios:

  1. Leo tu reseña y compruebo que la huella que deja este libro es intensa. Muero por leer "Trópico de Capricornio". :)

    ¡Abrazos!

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  2. Bueno, en breve nos pondremos a ello, a ver si está tan bien como este. ;)

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  3. ¿Alguien sabe algo de las traducciones?. Si hay varias o sólo una, y si las hubiera cuál es la mejor.

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