jueves, 9 de octubre de 2008

La romana, de Alberto Moravia

Editorial Espasa Calpe. Colección Austral
Traductor: Francisco Ayala
426 páginas


Adriana es una adolescente que vive con su madre viuda en un suburbio de Roma, subsisten cosiendo camisas, pero ella es guapa y tiene buen cuerpo, y la madre considera esa belleza el capital de las dos para salir de esa vida de pobreza.
La chica aspira a ser madre de familia, pero las circunstancias la empujan a la prostitución. Por su cama pasan hombres de toda índole: un policía fascista, un estudiante comunista, un asesino...
Opinión
Me parece que he encontrado un filón. Me explico: es el primer libro que leo de Moravia pero me ha gustado tanto que, antes de acabarlo ya estaba buscando información de otros libros suyos: El tedio, Los indiferentes... Los argumentos me han gustado, así que creo que tengo ante mí unas cuantas buenas lecturas.
La historia está narrada en primera persona, en un tono intimista en el que se cuentan hasta los más insignificantes pensamientos y deseos, sin ocultarnos nada.
Adriana es un personaje acertado y muy bien construido, un personaje que resulta atractivo porque:
- Es sincera: no enmascara sus sentimientos ni culpa a nadie de sus errores. Acepta tanto lo bueno como lo malo de sí misma y de los demás.
- Es inocente. A pesar de que evoluciona psicológicamente desde que empieza la historia siendo aún una adolescente hasta que acaba unos años después siendo una mujer más madura, conserva la misma inocencia del principio, la misma capacidad de perdonar y no juzgar a los demás, de enamorarse y entregarse a un hombre, y de ser la misma a pesar de las penas y las miserias.
- Actúa según le dicta el corazón, no es interesada, ni codiciosa, en palabras de su propia madre: “Yo veo que muchas otras chicas, bastante más feas que ella, hacen fortuna... y en cambio Adriana, guapa como una reina, nada... porque es demasiado buena...eso es... porque es bonita y buena... si fuera bonita y mala, vería usted cómo las cosas iban de manera distinta”.
Lo único chocante del personaje es lo bien que es expresa y el lenguaje tan elaborado que utiliza para ser supuestamente “inculta”, una licencia que se le perdona a Moravia.
Pero si Adriana se salva en esta historia no pasa lo mismo con el resto de personajes, empezando por la madre con ese antinatural deseo de que su hija explote su belleza para salir las dos de la pobreza. El primer novio, Gino, un hombre cobarde y mentiroso que la utiliza, Su “amiga” Gisela, una envidiosa que no soporta sentirse inferior a Adriana, el violento Sonzogno... en fin, un paisaje humano de lo más deprimente que hace más meritoria la bondad de la protagonista. Son personajes representativos, de diferentes estratos sociales y morales, de signo político distinto, pero esto es sólo anecdótico porque no es lo social lo que importa en esta historia, sino lo personal, lo psicológico, por eso está enmarcada dentro de esa corriente llamada psicologismo.
Es un libro que atrapa e impresiona, no dejéis de leerlo.

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