jueves, 9 de octubre de 2008

El retrado de Dorian Gray, de Oscar Wilde

Título original: The picture of Dorian Gray
Traductor: José Luís López Muñoz
Colección Millenium. Unidad editorial, S.A.
256 páginas

Una se acerca a un libro de esta talla con respeto, sabiendo de antemano que es una de las cumbres de la literatura universal, sabiendo incluso el argumento, harto conocido por todos, pero con la seguridad de que merece la pena leerlo, y de que va a necesitar lápiz y papel para apuntar esas frases lapidarias con las que el autor trufa sus escritos y que se pueden leer en cualquier dietario que se precie.
Casualmente la mayoría de esas frases en este libro están en boca de Lord Henry Wotton, uno de los tres protagonistas, un individuo experimentado, misógino, provocador e ingenioso al que se requiere en todos los salones, en todas las reuniones de sociedad. Una detrás de otra dice frases como: “La diferencia entre un capricho y un amor eterno es que el capricho dura más tiempo”, o “Las tragedias reales de la vida ocurren de una manera tan poco artística que nos hieren por lo crudo de su violencia, por su absoluta incoherencia, su absurda ausencia de significado, su falta de estilo”.
Toda una filosofía vital que se va desgranando en los diálogos de los 20 capítulos que componen la novela, diálogos que cargan con gran parte del peso de la narración, no en vano Wilde fue más dramaturgo que novelista.
Para empezar conocemos a Dorian Gray en casa de Basil Hallware, el amigo pintor para el que posa como modelo y que ha mejorado su estilo gracias al amor que le inspira el muchacho. Allí mismo se conocen Dorian y Lord Henry, otro amigo de Basil, un dandy, un hombre de mundo que se propone moldear el carácter a Dorian, al que encuentra fácilmente manejable. Este se siente pronto fascinado por Lord Henry, que le hace ver en su primer y decisivo encuentro que la juventud y la belleza que ahora posee y que Basil acaba de reflejar en un magnífico retrato es efímera y que en unos años no quedará nada de la una ni de la otra. Dorian, impresionado, desea entonces permanecer siempre como en ese momento, como en el retrato.
Poco después el joven se enamora de una actriz llamada Sybil Vane, por una serie de circunstancias él deja de amarla y ella se suicida, este es el punto de partida de la degradación de Dorian pues decide despreciar el sentimiento de culpa sobretodo una vez que descubre que el retrato de sí mismo que Basil le regaló es el que va a cargar con los años y con las culpas que él rechaza mientras él permanecerá joven y con aspecto inocente ante los ojos de los demás.
Aquí los dos amigos del muchacho, Basil y Henry, juegan un papel de conciencia, una suerte de ángel uno y demonio otro. Un par de veces Basil reprocha a Dorian su frialdad, le pide una explicación de todo lo que se cuenta en Londres sobre él, pero el joven prefiere oír al hedonista Henry, adopta su cinismo y su búsqueda de placer egoísta. La decisión está tomada.
El relato de la evolución de Dorian es cronológico, con un par de saltos temporales que nos permite conocerle en tres momentos clave de su vida: A los 20, a los 25 y a los 38 años, en una historia pseudo-fantástica donde lo irreal es una excusa para la creación de una historia que trata temas tan reales como la eterna juventud, el mito de Narciso, la búsqueda de placer y la contraposición entre el bien y el mal.
De la corrupción y la maldad que se le atribuye a Dorian es más lo que se sugiere que lo que se cuenta en realidad, lo cual contribuye a darle una dimensión casi monstruosa, aunque imagino que Wilde no sería más explícito porque viviendo en una sociedad como la victoriana, con una moral tan rígida, se exponía a tener problemas, de hecho fue ferozmente acusado de inmoral por escribir este libro y algunos párrafos fueron utilizados como pretendidas pruebas en un juicio en el que se le acusaba de homosexual.
Por último quiero apuntar que resulta curioso el irónico final donde la moraleja da lugar a otro mensaje más sutil, que dice que la belleza y el arte son irreductibles: frente a la ambición hedonista de Dorian está el oleo, que sí permanece. Igual que esta novela permanece y sobrevive a los que la vamos leyendo.

1 comentario:

  1. che increible lo tuyo la verdad muy bueno gracias lo necesitaba

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