Traducción: Javier Albiñana
Ediciones Destino.
Colección Áncora y Delfín, volumen 321
484 páginas
Los jinetes es una novela de aventuras, un viaje a tierras exóticas, una lección sobre cultura afgana, una interesante historia de rivalidad entre un padre y un hijo y, en última instancia, podemos encontrar en este libro un tema universal: el enfrentamiento entre el bien y el mal.
La novela gira en torno al buzkachi, que es el “deporte” nacional afgano. Los chopendoz, o jugadores de buzkachi, participan en él con pasión, violencia y cierto salvajismo inherente a este tipo de actividades, y a otras que parecen ser de gran aceptación en Afganistán, como las peleas entre animales, ya sean gallos, perros o camellos. Pero ser campeón en un buzkachi es un privilegio, un estatus social, y muchos hombres dedican su vida entera a ser buenos chopendoz.
Uno de los mejores fue el gran Tursen que ahora, ya anciano y enfermo, es jefe de cuadras de Osman bey, el hombre más rico de la provincia de Maimana, que está ubicada al norte del país, rozando con la frontera rusa.
Tursén ha criado al caballo ideal para el juego del buzkachi, hijo y nieto de otros caballos que fueron los mejores en su momento: se llama Jehol y le apodan “el caballo loco”. Lo ha preparado para que sea perfecto, lástima que él, por su edad y condiciones físicas no pueda participar en los juegos que el rey Zahir Sha organiza en los alrededores de la capital, Kabul. Con sentimientos que son una mezcla de orgullo y envidia cede el caballo a su hijo Uroz para que participe con él y le dice que se lo regalará si gana el juego.
Hindu Kush |
Desgraciadamente Uroz acaba con la pierna gravemente herida y, por un orgullo ignorante y ancestral, escapa del hospital de Kabul para volver a casa y que le curen con hierbas y emplastos, tal como se hizo toda la vida. Le acompaña su sirviente Mokkhi.
La rabia de Uroz por haber sido derrotado en el gran juego, junto a su maldad y mezquindad, se centran en poner a prueba a su fiel sirviente y también a Zeré, una mujer que encuentran en su camino y de la cual Mokkhi cae perdidamente enamorado.
En el viaje de vuelta a casa visitamos el Afganistán tribal de los primeros decenios del siglo XX, la zona norte y esteparia separada de la zona sur por los altos picos del Hindu kush, los maravillosos lagos de Band-i-Amir... lugares fascinantes, tan bellos como inhóspitos por donde el lector pasea hechizado y totalmente entregado a una lectura en la que va encontrando, junto a Uroz, Mokkhi y Zeré, personajes tan exóticos como los yats (gitanos) de las montañas, las imponentes caravanas de nómadas o el especial Guardi Guedj, el abuelo de todos, un anciano con el don de la ubicuidad que conoce tanto la geografía como el pasado y el presente del país, incluido lo que sucede en la mente de cada uno de sus habitantes.
Las trampas, los malos deseos, las complicaciones y todas las personas que van encontrando por el camino constituyen una aventura que mantiene al lector en vilo, pendiente de la siguiente página, inseguros de que se pueda cumplir la proeza que se propone Uroz de hacer ese camino tan largo y peligroso gravemente herido como está y vivo, ya que su impulso autodestructivo le lleva a provocar en los demás, como un reto, deseos de asesinarle.
Nunca un asesinato estuvo tan justificado ni alguien se lo merecía tanto. Realmente Kessel, gran viajero y periodista, además de narrador, sabe tocar nuestra fibra sensible y hacernos sentir tanto la belleza de ese país detenido en el tiempo como el odio hacia un personaje que encarna lo peor del ser humano.
Pues bien, éste es el juego (...) Se escoge un macho cabrío del rebaño, se le degüella. Se le corta la cabeza. Para dar peso a su pellejo, se le llena de arena y se le hincha con agua. Se le coloca en un agujero poco profundo de forma que el vellón asome a flor de tierra. No lejos del agujero está trazado con cal viva un pequeño círculo. Y recibe el nombre de hallal que, en lengua turkmena quiere decir círculo de justicia. Y a la derecha del hallal se planta un palo en la estepa. Y a su izquierda, otro. A la misma distancia. No hay regla que precise la longitud de esa distancia. Puede exigir una hora de galope o tres o cinco. Los jueces de cada buzkachi lo deciden a su antojo. (...)Los jinetes se reúnen alrededor del agujero. (...) A veces diez, a veces cincuenta, a veces cientos. Todos, a una señal del juez, se lanzan sobre el cuerpo decapitado. Uno de ellos se apodera de él, se escapa. Y, perseguido, se lanza hacia el palo de la derecha. Porque el pellejo del macho cabrío debe dar la vuelta a su alrededor, luego pasar detrás del palo colocado a la izquierda, y por fin llegar hasta el hallal. Y resultará vencedor aquel cuyo brazo haya lanzado al macho cabrío sin cabeza en medio del círculo blanco. Pero antes de esa victoria, ¡cuántos combates, cazas, choques y nuevas peleas! Toda clase de golpes están permitidos.
No conocía el libro pero por lo que cuentas parece muy interesante, me gusta mucho leer este tipo de historias que te acercan a otras culturas así que tomo nota
ResponderEliminarsaludos!
Hola Tatty, no conozco tus gustos pero si te interesa conocer otraas culturas creo que no te decepcionará.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este libro lo lei hace como 20 años y me encanto, espero volverlo a leer
ResponderEliminarYo espero releerlo algún día. Merece la pena. ;-)
ResponderEliminarUn saludo, Jose.
Lola, acabo de descubrirte, buscando información de Los jinetes, y estoy flipando: para mí es también una de mis novelas favoritas, justo estaba escribiendo de ella en Facebook y comentando que la releeré seguro, iba a copiarte sin tu permiso y entonces empiezo a bajar por tu blog y voy viendo tantas coincidencias, gustos tan parecidos que me parece increíble tanta afinidad, y a la vez lógica, claro: Kazantzakis, Steinbeck, Zola, Tolstoi, Vargas Llosa -mal que me pese... En fin, que luego te leo con más detalle, pero vamos, que ya te agradezco el blog de entrada, que promete, promete...
ResponderEliminarHola Albert. No conozco mucha gente que haya leído este libro, y es una pena porque estoy convencida de que gustaría a muchos, al menos en su faceta de novela de aventuras. Aunque tú sabes que tiene, además, muchos otros valores. ;-)
ResponderEliminar¡¡¡Qué bien que te gusten todos esos autores!!! Me tocas el corazón. XD
Sí, sí, para mí es una obra maestra, con eso lo digo todo! ;-) Y hablando de corazón, verás cuando te cuente más de mis lecturas, de nuestros gustos parecidos, jejeje... ¡Nos vemos esta noche, si te viene bien! XD
ResponderEliminarNo me ha interesado, me ha costado llegar al final. No me identifico con esa mentalidad antigua, de valores masculinos como el orgullo, la honra, la dureza, la autoridad... Aventuras interminables por parajes desoladores, personajes hostiles, sin humanidad, no me identifico con ningúno, me aburre tanta "heroicidad".
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