El viaje que algún día me gustaría hacer está escrito en Corazón de Ulises. Desde el acertado título hasta la última de sus palabras tienen todo lo que puedo desear en un libro de viajes: descripciones sencillas y a la vez luminosas, referencias a literatura e historia, pequeñas anécdotas y dosis de ironía y humor. Si además lo que se visita, recorre y describe es Grecia, la actual y la clásica, y se hacen constantes referencias a escritores y artistas, tanto clásicos como contemporáneos, que vivieron y amaron Grecia, puede resultar el súmmum de los libros de viaje.
Y todas estas características las tiene esta obra del estupendo escritor de viajes Javier Reverte, cuya manera de narrar sus periplos por el mundo hacen desear colgarse de su brazo e irse a donde sea, empezando, por supuesto, por la bien llamada cuna de Occidente.
¡Y la luz! Era la misma luz que ha deslumbrado a tantos viajeros, la luz del principio de las cosas, la energía primera que originó la vida.
Reverte comienza su andadura en Ítaca, la isla de Ulises, recorre luego el Peloponeso, la costa de Turquía hasta el mar Negro, el canal de Corinto y de vuelta a Ítaca. Es el momento en que empieza a escribir este libro, poco antes de terminar el viaje cruzando el Mediterráneo hasta Alejandría, lugar donde concluye la civilización griega. Para entonces, digo, en la ciudad de Alejandro, uno está tan pletórico de cultura, paisajes, mitología, filosofía y belleza que es imposible no sentir el impulso de tomar el primer avión e irse para allá. Porque no es sólo el interés que se transmite por la cultura helena, el recorrido por la antigua civilización, el repaso a los diversos mitos y filosofías, y el conseguidísimo resumen nada abrumador de tanta materia, es también el contraste con la Grecia actual, las maravillosas descripciones de lugares y personas, el humor característico del autor -a veces su irreverencia- y el entusiasmo que transmite por todo lo que encuentra en su viaje.
Conforme va recorriendo lugares, pueblos y ciudades va contándonos lo que encuentra y lo que le va sucediendo, transmitiendo su propio disfrute y a su vez abriendo puertas para que miremos en otras direcciones, para que trascendamos lo que simplemente se ve y podamos contemplar el nacimiento de Afrodita en la isla de Citerea, o al Zorba de Kazantzakis bailando en las playas de Creta, nos podamos sentir sumergidos en el agua cristalina de una cueva en Kastellorizón, o visitar Troya, donde no existe ya nada de las diez ciudades que se edificaron allí.
De igual manera seguimos el periplo de los argonautas y deseamos leer al momento a Robert Graves y su libro El vellocino de oro, presenciamos antiguas batallas y revisamos los escenarios de La Odisea porque, eso sí, Homero y Odiseo están presentes en todo el libro, se podría decir que Reverte hace un homenaje al héroe homérico con su viaje y sus continuas referencias a su periplo. El título mismo es una muestra de ello.
Un libro para tener, releer y recomendar por lo completo que es, lo evocador y la cantidad de conocimientos y sensaciones que transmite. Una fusión perfecta de pasado y presente, mitología y realidad.
Imaginativos, soñadores, audaces, curiosos y llenos de coraje, los griegos se enfrentaban a la vida con esperanza y vigor. Sabiéndose mortales, sin creer en una vida más allá de la vida, con el horizonte del no-ser delante de sus pies en las honduras del Hades, supieron también ser alegres. Por eso mientras otros pueblos han conquistado grandes territorios del mundo a lo largo de la Historia, ellos conquistaron algo mejor: nuestras mentes y nuestros corazones. Nos enseñaron a reír, a reflexionar y a llorar.
Creo que eso del reto de los 30 libros ya se lo están tomando muy enserio y no niego que me está tentando.
ResponderEliminarPues te advierto que es adictivo: no acabas de colgar una y ya estás pensando en la siguiente. XD.
ResponderEliminarAnímate, Luigi.
¡Qué maravilla de libro! Me fascinó completamente. Es la lectura ideal para un enamorado de la cultura griega clásica -como yo-. ¡No dejéis escapar la oportunidad de viajar a escenarios tan fantásticos!
ResponderEliminarUn saludito.
Xavi, ¡Qué bien verte por aquí!
ResponderEliminarPues sí, no hay que dejar escapar la oportunidad... si se presenta.
Un abrazo.
Un libro que disfruté muchísimo, Lola, y que me dejó enamorada de la cultura griega. ¡Hay que leer "El vellocino de oro"!
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Cuando quieras lo leemos. ;)
ResponderEliminarHola, hola! Yo no tenía ningún libro que comentar aquí, pero como soy un alma libre me agarraré a tu primera frase y...
ResponderEliminarEl viaje que algún día me gustaría hacer está escrito en "El conde de Montecristo": desde que leí esta obra maestra, que funciona como un mecanismo perfecto, que engancha como la droga más placentera y benigna, que me hizo sentir por primera vez dentro de la escena -espectador, pero dentro de la escena; me veía en el cuarto de Edmundo Dantés y a los personajes a mi alrededor, y les oía hablar... Desde entonces sueño con visitar Marsella y su puerto, el barrio de los catalanes, la isla de If... Y luego pasar a Roma y terminar en París, mi ciudad favorita... Como el libro de Dumas es, uno de mis preferidos de largo; está en lo más alto de mi Olimpo de los dioses, quizá sólo a la altura de "Los miserables" en mi ránquing particular, es tan grande, esta novela... Y si no que se lo pregunten a Gabriel García Márquez, que cuando le preguntó Bill Clinton cuál era su libro favorito eligió también al Conde...
He oído hablar muy bien de "El conde de Montecristo" pero conforme leía tu descripción se me iban afilando los dientes... ¿cómo puede ser que todavía no haya leído este novelón? Si además no soy de las que se asusta con un tocho de 1000 páginas (o las que sean en este caso).
EliminarPues no se, cosas que pasan.
Y ese recorrido parece bastante tentador, con o sin libro, visitar Roma y París es un lujazo.
Un abrazo.
Eso digo yo, ¡¿cómo puede ser?! O mejor: ¡no puede ser! ¡Deja todo lo que estés leyendo ahora mismo y corre a por esas mil y pico páginas de éxtasis literario, por favor! ;-)
ResponderEliminarEn serio, te envidio por no haberlo leído todavía, y ardo en deseos de que lo hagas para saber de tu más que posible arrebatamiento.
Ya contarás.