miércoles, 8 de octubre de 2008

Muerte de un apicultor, de Lars Gustafsson

Título original: En biodlares död)
Traductor: Jesús Pardo
Editorial Nórdica libros
201 páginas
País: Suecia

Argumento
Lars Lennart Westin, ex-maestro de escuela primaria vive solo en una casa en el campo y se dedica a la cría de abejas y venta de miel. Tiene cáncer pero él no lo quiere saber, rompe la carta que le remiten del hospital con el resultado de las pruebas y se limita a aguantar el dolor, y a escribir en varios cuadernos. Son fragmentos de esos cuadernos lo que vamos leyendo y que nos desvelan todo sobre el apicultor, desde detalles de su vida diaria, recuerdos de la infancia, incluso algún relato inventado por él mismo.

Opinión
La historia es más nostálgica que triste. Lars vive su enfermedad sin demasiados reproches, intentando mantener la esperanza de que sea algo sin importancia, unas piedras en el riñón, quizá. Lo vive además en soledad, tiene todo el tiempo del mundo para recordar el pasado y reflexionar sobre él, de lo cual se destilan unas anotaciones cargadas de razón sobre la vida, las personas y uno mismo.
He ido encontrando frases de esas con las que me siento identificada porque forman parte de la experiencia de todos. Frases como: “A los que acaban significando algo para nosotros llegamos a verlos, no una, sino, por lo menos, hasta veinte veces, sin fijarnos de verdad en ellos.”
Lo único que sigue un orden cronológico son las anotaciones sobre su enfermedad, sus dolores, los demás fragmentos no tienen un orden temporal, primero nos habla de su ex-mujer, luego escribe algo de su infancia, después habla de su tío, y así va añadiendo pinceladas de su vida que van haciendo el retrato de nuestro protagonista, un hombre muy normal, algo arisco, al que siempre le costó relacionarse con los demás. Aporta algunos datos también sobre la sociedad sueca de los años 40 y breves descripciones de la naturaleza que le rodea.
Hay anécdotas realmente bonitas de su vida, como la de su primo Nicke, que rescató una moneda de oro del fondo de una esclusa; otras anécdotas quedan un poco cojas, debería haber contado algo más, como qué pasó con la mujer por la que dejó a su esposa, aquel gran amor que se esboza y luego desaparece.
En realidad todo el libro es bastante esquemático, y aunque está muy bien me hubiera gustado que se explayase un poco en sus recuerdos y pensamientos, pues tanto unos como otros son bastante interesantes. Son 200 páginas, muchas apenas ocupadas por un párrafo, se te queda la miel (nunca mejor dicho) en los labios. Pero en fin, si Gustafsson decidió que era suficiente qué le vamos a hacer.

1 comentario:

  1. Adriana
    Me ha sorprendido encontrarme esta opinión porque no conozco mucha gente que haya leído este libro. Lo recomiendo, es muy bueno, aunque Gustafsson no es muy conocido, merece la pena.

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