viernes, 10 de octubre de 2008

El palacio de los sueños, de Ismaíl Kadaré

Título original: Nëpunësi i Pallatit tëEndrrave
Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde
Ediciones Anaya y Mario Muchnik
231 páginas

Mark-Alem pertenece a la poderosa familia de los Qyprilli de Albania, dentro de un ficticio imperio otomano que albergaría 40 países. Un día va a solicitar empleo en el Tabir Saray, el palacio de los sueños y se lo conceden. El palacio de los sueños es un mecanismo para el control de la población, mediante los sueños los dirigentes prevén grandes sucesos, desde intentos de derrocar al gobierno hasta grandes catástrofes. Mark-Alem sube escalafones dentro del Tabir Saray, pero mientras más cosas descubre más se hunde en las arenas movedizas del desasosiego que le produce tanto el Tabir Saray como los que están al mando de él.

Me parece un libro con un planteamiento original. El autor se propuso construir un infierno y lo consiguió, porque aunque sea una historia simbólica uno no deja de encontrar similitudes aterradoras con ciertos regímenes políticos. Cuando Kadaré habla de los sueños parece referirse al último resquicio de libertad de las personas, lo que ni nosotros mismos podemos controlar, si un gobierno se apodera de eso se puede sentir dueño absoluto. Sin embargo es un gobierno totalitario, que vive sospechando, derramando sangre innecesaria, malgastando recursos para perpetuarse. Es realmente terrible ese Palacio de los sueños donde la gente clasifica los sueños, los interpreta y los archiva en la búsqueda de lo que ellos llaman el “sueño maestro”, que es el que les desvelará el futuro, el que dirá al soberano como dirigir el imperio.

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