domingo, 10 de junio de 2012

28/30. Uno que lo haya asustado: Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque

La guerra asusta con sólo mencionarla y desde cualquier ángulo que se la mire, bien desde el lado de las víctimas civiles, de los exiliados, los represaliados... y aún peor... vista desde las trincheras. Por eso este libro me impresionó tanto, una nunca acaba de llegar al fondo de ese pozo oscuro de terror, odio y muerte. Y vivirlo tan de cerca, mano a mano con el joven protagonista de este libro, me impactó bastante, y me asustó mucho.

Esta novela narra las vivencias de Paul Bäumer, un muchacho alemán que se alistó voluntariamente en la I guerra mundial junto con el resto de compañeros de clase, alentados por un patriótico profesor. No imaginaban el infierno que iba a ser aquello, pero no tardaron en darse cuenta, aprendieron a distinguir los sonidos de los proyectiles, a acechar en la oscuridad, a buscar qué comer cuando hay hambre, a dominar el miedo... si es que el miedo se puede dominar. No es necesario que comente los detalles de esas vivencias de Paul, junto a momentos más relajados de alguna tregua o la breve visita del muchacho a su casa, el resto son pasajes desgarradores, tremendos, y contados sin ningún tipo de artificio ni dramatismo. El sólo hecho de narrar simplemente lo que va pasando tiene ya de por sí una gran dosis dramática.

Frente a ello, el valor de la amistad: los chicos son un apoyo los unos para los otros, son una familia en ese infierno de trincheras, el último resquicio de lo bueno que la vida posee y a lo que se aferran todos, aunque tanto más doloroso sea después, cuando van cayendo uno a uno en combate.


Sin novedad en el frente es un libro que recomiendo porque es el tipo de historias que, aunque dolorosas, son lamentablemente reales y merecen ser leídas. Da igual la guerra de que se trate, se habla de la I guerra mundial e igual podría ser la contienda civil española o cualquier otra. El mensaje que transmite el libro es la terrible ironía de que, estando en guerra, mueran personas que poco tienen que ver con ella, gente que sólo quiere vivir tranquilamente, y, muchas veces, chicos recién entrados en la edad adulta, con toda la vida por delante. ¡Que luchen los políticos y los mandamases, pues de ellos son las ambiciones y ellos recogen el fruto de semejante antinatural e inhumana contienda!

Remarque nos recuerda que una guerra no vale la vida de un ser humano. Y tiene razón.

11 comentarios:

  1. Recuerdo haber oído hablar a mi abuela de este libro, y de lo mucho que la impresionó su lectura. Tanto, que yo todavía no me he atrevido con él. Hace muy poco que leí mi primer Remarque, "Arco de triunfo" y me gustó muchísimo, así que me he prometido seguir conociendo a este autor. Gracias por traerme estos recuerdos, Lola. Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a tí por tu visita, ¡guapa! Yo también quiero seguir leyendo a este autor, no se si el resto de sus libros me impactarán como este pero creo que merecerán la pena.
    Un besazo.

    ResponderEliminar
  3. me lo apunto pues parace un buen libro para conocer a través de Paul, la experiencia de la guerra (siempre me ha extrañado eso de que la imaginaran glamorosa los que se alistan...y no como la carnicería que sería sin duda)
    un abrazo,
    Ale.

    ResponderEliminar
  4. Hola guapa. Creo que no te arrepentirás, eso sí, busca un momento en que no estés muy baja de ánimos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. Pues a mí esta novela me decepcionó un poco; quizá esperaba demasiado de ella, tan entusiastamente me la recomendaron...

    Y aquí había pensado en el único libro que me ha asustado de verdad, que leía con miedo en la cama, de chaval, y sin embargo no podía dejar de leer, y me decía: va, otro cuento más y a dormir, y me daban las tantas... Me refiero a "El umbral de la noche", un volumen de relatos de Stephen King, que he vuelto a leer de mayor y ha vuelto a darme miedito. Pero prefiero destacar otro que puede sorprender que coloque aquí, pero veréis... Escribí esto después de leerlo, hace ya unos cuantos años, y copio, con apunte para explicar por qué aquí y ahora...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que reconocer que Stephen King es bueno en lo que hace. No me gustan las novelas de terror pero hace años cayó en mis manos una de este hombre -no recuerdo el título- y me pareció que, no sólo consiguió atemorizarme, que en principio es el propósito de estas novelas, sino que además me pareció que estaba bien escrita.
      Claro que como no me gustan los libros de terror preferí mencionar en este reto otro libro que me causó otro tipo de terror. Así que me alegro de que tú también lo hayas hecho.
      Vamos a ver qué dices de "La montaña mágica"...

      Eliminar
    2. Sí, que King es un buen escritor es algo que cada vez le reconocen más críticos literarios, y yo también estoy de acuerdo.

      A mí tampoco me gustan las novelas de terror; de hecho, suelo rechazar las novelas de género, así en general.

      Pronto leeré "La milla verde", por cierto; me la han recomendado muy mucho, y me he decidido por lo dicho y porque precisamente, creo que no es una novela de terror propiamente dicha, sino que es mucho más que eso.

      Eliminar
    3. Pues ya me contarás qué tal.

      Eliminar
  6. LA MONTAÑA MÁGICA

    Hace algunos años, me regalaron “La montaña mágica”, de Thomas Mann, y aunque había algo que me decía que tenía que leerla, también había algo que me echaba para atrás: tenía fama de libro difícil, de tostón. Y claro, después de sufrir el Ulises de Joyce, el Fausto de Goethe y otras hierbas... Pero por fin me decidí, ¡y en buena hora!
    Es cierto que me pareció un libro difícil, que contiene discusiones filosóficas que escapan a mi capacidad de comprensión, que me salté alguna de estas discusiones porque no entendía (casi) nada, pero a pesar de eso... Acompañé a Hans Castorp al sanatorio de alta montaña, a ver a su primo enfermo, y como él, allí me quedé.
    Rodeado de personajes estrafalarios, no pudo conmigo el ambiente opresivo que se respiraba en el edificio; había tantos secretos por descubrir, se estaba tan bien en esa clínica de reposo... ¿Y qué decir de la continua tensión sexual que, a mi juicio, flotaba en el ambiente? Aquello tenía que explotar por alguna parte, pero ¿por dónde iba a hacerlo?

    Por fin yo caí también enfermo, se apoderó de mí la fiebre, y como allí parecía detenerse el tiempo -Mann confiesa en la novela que su intención era precisamente escribir una “novela del tiempo”-, me puse a espiar a Castorp todo el rato -hay varios pasajes que calificaría de memorables, como el que narra la llegada al sanatorio del fonógrafo- y a plantearme si yo, en su misma situación, huiría de la clínica o me abandonaría a aquella existencia no más rutinaria que la vida corriente de cualquiera de nosotr@s, en apariencia más libres, y buscaría cualquier pretexto para no volver a ‘la realidad’. (Y esto es lo que me asustó, leyendo la novela, esa capacidad de Mann de sugestionarte, de meterte en su mundo quieras o no quieras, impresionante…)
    No os chafaré el final, eso sí, pero no puedo evitar recordar aquella frase que dice ‘yo soy yo y mis circunstancias’ y apuntar que a veces hay contingencias tan poderosas que cualquier plan que antes hayamos preconcebido puede venirse abajo. ¿O no?
    En definitiva, “La montaña mágica” es una novela del tiempo que recomiendo leer con tiempo, es una novela que tengo que releer cuando llegue a ser más sabio (si llego), es una novela de la que no dejaría de hablar cuando me encuentro con otr@s que también la han leído, es una novela de aquellas que cuando la cierro, perdura en mi cabeza, y cuando la pienso, veo que me ha hecho plantearme muchas cosas, que me ha hecho dudar (más), que incluso me ha cambiado...
    ¡Ah, y Thomas Mann es de aquellos autores que me reafirman en mis aspiraciones como lector, y hunden mis aspiraciones como escritor! ¿Cómo se puede escribir tan bien, y construir un mundo como ése sin que se desmorone, y transmitir tantas y tan distintas emociones? ¿Y cómo se puede ser tan cabrón como para hacer, por ejemplo, que dos personajes con una vastísima cultura sostengan discusiones elevadísimas e interminables, con puntos de vista tan contrarios, y salir triunfal del reto, si no eres tú mismo un erudito, un filósofo, un pensador que sabe que no hay una sola verdad y toma en consideración lo que piensan los que no piensan como tú? ¡Y encima conseguir que el lector, por insignificante y apabullado que se sienta leyendo, no tenga la sensación de que le estás vacilando, aun sabiéndote superior!
    Qué envidia, señor Mann; no le llego ni a la suela de los zapatos, ni le llegaré. Pero bueno, mientras tenga novelas como “La montaña mágica” para leer, ¿para qué voy a perder el tiempo escribiendo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja, Albert, entiendo esa sensación... de ¿para qué voy a escribir? Pero al final se hace, no pretendiendo medirse con autores de la talla de Mann, por supuesto. Las comparaciones son odiosas siempre y en el mundillo de las letras hay sitio para todos. ;-)

      Con respecto al libro... no lo he leído, me da el mismo respeto del que hablas tú al principio, su fama de denso. Aunque tengo intención de leerlo en algún momento, por supuesto.
      Lo que sí reconozco es esa sensación de sentirte absorbido por una novela, de que llega un momento en que eres parte y uno con ella. Aunque reconozco que, cuando un autor consigue eso, ya nos atrapado para siempre. Suele tratarse de novelas que nunca olvidaremos.

      Eliminar
    2. Está bien, seguiré escribiendo, jajaja... ;-)

      Esa sensación es lo más, sí. De ahí que yo vaya a releerla, puede que pronto, jejeje...

      En cuanto a ti, recuerda esto cuando la leas, si te parece...

      http://www.elmundo.es/elmundolibro/2005/02/08/narrativa_extranjera/1107887357.html

      Eliminar

Si quieres comentar algo, escribe tu mensaje aquí: