domingo, 20 de mayo de 2012

26/30. Uno que asocie con la música que le gusta: Vida y hechos de Alexis Zorba, de Nikos Kazantzakis

Tengo gran simpatía por Grecia, la que es hoy y la que fue hace siglos. Y este aprecio es algo que ha ido construyéndose con los años y una serie de circunstancias tales como la grandísima admiración que siento por su cultura y el hecho de que somos transmisores de esa misma cultura de una manera tan sólida e integrada que es parte de nosotros. También ha influido lo suyo la epopeya de Odiseo -ese fascinante retorno a Ítaca-, la mitología, con esos dioses tan crueles y casquivanos que ensalzaron lo indecible a una gente que sobrevivió a ellos, lo mucho que me gustan sus pueblos blanquiazules y sus playas, así como el respeto que me causan los escenarios de antiguas guerras y ciudades donde se decidió parte del destino geográfico y cultural de la actual Europa.

Además de todo esto hace años descubrí al gran escritor Nikos Kazantzakis, me impresionaron sus novelas y, gracias a una de ellas, Vida y hechos de Alexis Zorba y su adaptación al cine con el título de Zorba, el griego, conocí otro aspecto más de Grecia que me encanta. La banda sonora que se hizo para la versión fílmica de este libro, compuesta por Mikis Theodorakis, y sobretodo el internacionalmente conocido baile del sirtaki. Tengo el vinilo de la banda sonora y me gustan cada una de sus canciones, creo que Theodorakis supo muy bien rescatar algunos ritmos y tonos de la música tradicional griega para componer unos temas que se han convertido en icono de la Grecia actual, y que además va acompañado con un baile de lo más sugerente: lleno de ritmo, alegría de vivir, sol y calor. Escucharlo me anima, me traslada a alguna playa de la isla de Creta, me emociona en sus partes más melódicas y hace que tanto el cariño que tengo al libro de Kazantzakis como el que siento por la música de Theodorakis se unan en un cauce común que va a parar al gran río de todo lo que me gusta del país heleno.

Me queda hablar del libro de Zorba, que recomiendo tanto como la música de la película, y que plantea una interesante reflexión sobre el valor de la experiencia frente a lo sólo conociido de manera intelectual. La novela está inspirada en un encuentro real entre el autor y un hombre llamado George Zorba, que le impresionó tanto como para darle a conocer en un libro: esto lo lleva a cabo con el encuentro entre dos personajes muy distintos, cuando Basil, británico de nacimiento, intelectual y socialista de pensamiento, se muda allá por los años 30 del siglo pasado a la isla de Creta, donde ha heredado una propiedad cuyo subsuelo pretende explotar.
La primera persona que conoce es a Alexis Zorba, hombre ya entrado en años, anárquico, mujeriego y sentimental, al que contrata para trabajar como capataz en su mina. La convivencia entre los dos hombres resulta algo provechoso para ambos, especialmente para el joven. Él, que vive entre libros, que apenas ha disfrutado de experiencias se topa con el gran vividor, que ha sufrido una guerra, ha tenido familia, amigos, innumerables amantes y situaciones que ha resuelto con valor y con un inmenso deseo de disfrutar la existencia. Y esto lo demuestra el viejo Zorba de muchas maneras: con su actitud enérgica y positiva, la sabiduría que encierran sus conversaciones, su alegría y sus canciones y bailes. Basil viajó a Creta por un negocio y encontró una gran enseñanza humana y el privilegio de conocer a un hombre tan especial como Zorba, con sus cosas buenas y malas pero siempre él mismo.

Hay otros personajes, pequeñas historias que apuntalan y enriquecen a la principal: el lugar donde se hospedan los dos protagonistas lo regenta una antigua prostituta a la que llaman Bubulina, con ínfulas de bella cortesana vive de recuerdos, de todos los hombres con los que estuvo, hombres importantes, altos cargos... tantos que la amaron y la sedujeron. Ahora Bubulina es una mujer patética, su mente está en el pasado, su cuerpo es el de una anciana y vive arrinconada en esta pequeña isla. También podemos leer un interesante pasaje de la incursión de Zorba en un monasterio cercano a donde ellos viven y la historia de una viuda que reside en el pueblo y por quien el patrón (Basil) se siente atraído. Atracción que es correspondida, pero no bien vista por el pueblo en el que alguno de los hombres desean a la viuda y cuya irracionalidad y salvajismo conducen a un final dramático que nos conmueve.

Quiero aclarar que algunos de los comportamientos de Zorba que no me gustan: la mezcla de mitificación y falta de respeto hacia las mujeres, a las que adora pero engaña y se aprovecha de ellas, la aversión a los libros, puesto que para vivir la vida como él defiende no es necesario dejar los libros a un lado, y el hecho de que en el pasado haya traicionado gravemente a algunas personas y abandonado a su familia. A pesar de todo asumo todo eso como parte de sus defectos humanos y de hombre de aquella época y lugar, y me quedo con el lado más brillante y digno de tener en cuenta de su personalidad, esa especie de magia que transmite, esa ilusión que nos induce a vivir de forma más sincera y alegre.
El viejo vividor nos ha dejado una sencilla y valiosa herencia con sus palabras.

¿Para qué nos dio Dios las manos? Para coger, ¿No? ¡Pues coja!

¿Acaso no puede el hombre, a fin de cuentas, hacer algo sin un porqué? La vida es problemas. Sólo la muerte no lo es.

Vivir es liarse la manta a la cabeza y buscase problemas...

3 comentarios:

  1. ¡Qué grandes Kazantzakis, la novela, la película, Anthony Quinn en el papel de Zorba el griego, la música, tu reseña, todo! Que sigue gustándome más "Cristo de nuevo crucificado", pero leyéndote ahora, y rememorando así el libro que comentas aquí me doy cuenta de que le va menos a la zaga de lo que con el tiempo he creído, voy a tener que releerlas las dos porque realmente valen la pena... Y por cierto, ¿te das cuenta de que siempre hay en Kazantzakis, también, un canto a la amistad, que amistad acaba siendo al fin la relación que construyen los dos protagonistas de esta obra, amistad diría que animal además, por la fidelidad y por ser algo que se da sin esperar nada a cambio, porque sí, por pura química, de una forma casi fatal? ¿Y que eso lleva a otro de los sellos de identidad de la narrativa de Kazantzakis, ese arraigo a la tierra, a lo que se puede tocar y disfrutar, a nuestros instintos más primarios? A mí me encanta por eso, porque habla siempre de lo que comen, de lo que huelen, de lo que desean, de lo que follan, y de lo libres y felices que son los personajes que viven la vida así, o de lo que lo serían si los mojigatos, los envidiosos, los hipócritas, los reprimidos no intentaran siempre reprimirles, ay... Ah, y me hace gracia que siempre sale una viuda; seguramente eso podría ser objeto incluso de una tesis doctoral...

    En cuanto a mi elección, decir que empecé pensando en la música que me gusta, que suele ser triste -y bella, a mi juicio-, o ponerme triste, o hacerme llorar -a veces sólo por lo que a mí se me antoja pura belleza-, y luego me he ido a buscar entre mis novelas favoritas y he topado con un gran descubrimiento, curioso por lo demás. Y es que hacía muchísimos años que andaba por mi lista de lecturas pendientes un libro que supongo que apunté porque me llamó la atención el título, "Él vigila a su padre", y por tratarse de una literatura que por aquí no debemos conocer demasiado, la coreana. Y es que a veces he pensado, y pienso, que hay que leer más allá de a autores europeos o americanos...

    Pues bien, después de años y años arrastrándola de una lista a otra, por fin me decidí ¡y en buenísima hora! Gratísima sorpresa, en realidad son tres novelitas cortas en un mismo volumen de una escritora, Ch'oe Yun, que como nadie me ha dado en literatura lo mismo que me gusta tanto hallar en música o cine, lo bello y lo triste en feliz comunión. Pero es que además de cómo lo cuenta, de su delicadeza, lo que cuenta... Tres historias duras y tiernas a la vez, feas y bonitas... Y eso, como me provocó las mismas sensaciones que la música que me gusta, pues ahí lo dejo...

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  2. Muy bien planteado ese argumento ;-).
    ¿Así que belleza y tristeza? No me extraña que lo hayas encontrado en un libro de una autora oriental, no se cómo lo hacen, quizá sea su delicadeza, su prosa tan cuidada y en cierto modo espiritual... que son los que más pueden conseguir esa mezcla que buscas.
    Y que tú eres muy atrevido y te gusta leer de autores poco conocidos ¡y así es como se encuentran tan gratas sorpresas!
    El título no es muy atrayente pero, por lo que dices, el interior debe ser maravilloso. Me lo apunto.

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  3. Seguro que tienes razón, y sin embargo, los autores japoneses y chinos que he leído no acaban de convencerme, mira... En cambio, su cine, también el coreano, me fascina, sí...

    Y bueno, lo de leer a autores poco conocidos en realidad no es cuestión de atrevimiento, sino de curiosidad y justicia, jejeje... Y es que siempre he pensado que leemos demasiada literatura europea y americana, y muy poco del resto del mundo. Ahora, también te digo que entre mis novelas favoritas no hay más que un par de asiáticas -ésta, y ¡Vivir!, del chino Yu Hua- y ningún texto africano, hindú o árabe, y eso que sobre todo esta última cultura me atrae muchísimo, pero no hay manera: diría que todo lo que he leído bebe de "Las mil y una noches" y no entro en ese mundo, para nada. Y lo mismo con la narrativa de la India, que tiene unas maneras que no. Y aunque seguramente volveré a leer algo de por ahí, tampoco creo que demasiado, que al fin una lee para disfrutar más que nada, ¿no?
    Oye, y a mí el título "Él vigila a su padre" sí me parece atrayente, siempre me llamó la atención -por raro, la admito, jajaja- y misterioso; pensaba cuando lo recordaba: ¿de qué irá eso? :-D

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